11/2/08

MATSUO BASHOO















Luna de agosto.

Hasta el portón irrumpe
la marejada.

Aroma del ciruelo,
de repente el sol sale.
Senda del monte.

¡Qué bello!
El despreciado cuervo común
esta mañana nevada

Expuesto a la intemperie y resignado,
¡cómo corta
mi cuerpo el frío!

Fin de año.
¡Siempre el mismo sombrero
y las mismas sandalias de paja!

¿Es primavera?
La colina sin nombre
se perdió en la neblina.

Los pétalos de la rosa amarilla
¿Tiemblan y caen
al ruido de los torrentes de agua?

Bajo las flores de un mundo efímero.
Con mi arroz entero
y mi sake blanco

Una noche en el templo
La luna
En lo más claro de mi rostro

Sobre este puente colgante
nuestras vidas se enroscan
en las ramas de la yedra

La gente de ahora
no se interesa por las flores del castaño
que están en el techo

¿De qué árbol en flor?
No sé
¡Pero qué perfume!

Los botones del sauce se abren
El maestro y yo
Escuchamos la campana

Una noche de primavera.
En la sombra del templo
un misterioso hombre suplicando

Devuelve al sauce
Todo el fastidio
y todo lo que desea tu corazón

A la primavera que pasa
las aves cantan
y son lágrimas los ojos de los peces

En las flores silvestres de verano
Se estremece aún
El sueño de gloria de los guerreros

Ruido de alguien
sonándose con los dedos.
Los ciruelos en su estallido

En néctar de orquídeas
la mariposa
perfuma sus alas

¿Es primavera?
La colina sin nombre
se perdió en la neblina

Ante la enredadera en flor
Comimos nosotros
Que somos simples hombres

La campana para de sonar.
El eco de las flores
perfuma la noche

El sol se levanta
Sobre el sendero a la montaña
Al perfume de los ciruelos

Ramas de lirio
aferradas a mis pies.
¡Cordones para mis sandalias!

A cada soplo del viento
La mariposa
Cambia de lugar en el sauce

Este día tan largo.
Aún muy corto
para el canto de la alondra

Ante un florero lleno de azaleas
Una mujer
Desmenuzando bacalao seco

En medio del llano
Canta la alondra
Libre de todo

En la rama descascarada
Los atardeceres del otoño
Un cuervo se posa

En la lluvia de verano
se acortan
las patas de la garza

Antes de tragarla
El agua de la vertiente
Hizo crujir mis dientes

¡Crueldad animal!
Bajo la pezuña
un saltamontes

Las noches de verano.
El ruido de mis zoclos
hacen vibrar el silencio

Al frescor
me acomodo
y duermo

En el agua y la lluvia
El nenúfar
Y sus dos flores erguidas

En la primera nieve.
Las flores de los narcisos
casi no se doblan

Suave brisa.
La sombra de la glicina
apenas tiembla

Completamente mojadas
Inclinadas
Las peonías bajo la lluvia

Albergue pobre.
Los gemidos del perro
en la lluvia nocturna

A los que contemplan la luna
Las nubes
A veces ofrecen una pausa

De la escarcha
No olvides jamás
El gusto a soledad

Ah hototogisu
¡Agranda aún más
mi soledad!

Cuando desaparece
el hototogisu.
Una Isla

Helando mi vientre
los remos golpean las olas.
Noche de lágrimas.

Estoy en Kioto
Pero al canto del hototogisu
Soñando de Kioto

Antes que corten los juncos
del río
contempla la luna

Al ardiente sol
El río Mogami
Arrastró al mar

Cuando anochece en el mar
el graznido de los patos
se aclara

Salpicados de barro
Por el rocío
Los melones parecen frescos

¡Silencio!
El canto de las cigarras
tala las rocas

Las cigarras van a la muerte
y su canto
nada nos dice

El mismo paisaje
Escucha el canto
Y ve la muerte de la cigarra

Ese camino
Sólo lo toma
El crepúsculo en otoño

Pegándose a un champiñón
La hoja
Del árbol desconocido

En pleno otoño
Mi vecino
¿Cómo vive?

La luna llena de otoño.
Deambulé toda la noche
alrededor de la laguna

¿Con qué tono cantarías
y qué eufórico canto arácnido
en la brisa otoñal?

Sueño con abrirme un camino
que no siempre será fácil
entre los viejos campos.

Corazón
blanqueado por la lluvia.
Carcaza golpeada por el viento

Media noche de escarcha.
Para dormir me cubro
con la manga del espantapájaros

Un día de tranquila alegría.
El Monte Fuji empañado
por la llovizna

El sonido de la campana
Remolinea en la neblina
Al amanecer

Esta puesta del sol otoñal
Pareciera ser
El País de las sombras

En el picante gusto del rábano
Siento
El viento otoñal

Más blanco que las piedras
De la montaña rocosa
El viento de otoño

Después del crisantemo
A parte el largo nabo
Nada

El crisantemo blanco.
La pureza
al encuentro del ojo

Enfermo en el viaje.
Mi sueño corta
El páramo

La jarra quebrada
por el hielo de la noche.
¡Me levanto a saltos!

Desolación invernal
En un mundo de tono uniforme
El ruido del viento

Dios ausente
Las hojas se amontonan
Todo es abandono.

Esta mañana nevada
Incluso el caballo
Es digno de mirar.

La tempestad sopla
El rostro de alguien
empapado

Mis lágrimas
Chisporrotean
Apagando las brazas

Ahora.
Vamos contemplar la nieve
hasta caer de cansancio!

La nieve que vimos caer
¿Es otra
este año?

Sol de invierno
sobre un caballo
la silueta helada.

En este jardín
¡Un siglo
de hojas muertas!

Doradas saladas
sus frías encias
en casa del pescadero.

En casa del cantero
florecen los crisantemos
entre las piedras.

Con ser verde
le bastaría ya
al pimiento.

En mi choza
todo cuanto puedo ofreceros
es que los mosquitos son pequeños.

Tres hombres se encuentran
para celebrar el año nuevo
y se pelean.

Chilla la grulla
con voz que desgarra
el banano.

Me arranco las canas
bajo mi almohada
canta un grillo.

La luna a todo correr
las cimas de los árboles
detienen la lluvia.

Del extremo de la hierba
en cuanto cae
alza el vuelo la luciérnaga.

El cuco
un gran bosque de bambúes
filtra la luna.

Jardín de invierno
la luna como un hilo
una voz de insecto.

Las voces de gente
regresan al camino
atardecer de otoño.

Hierbajos en el campo de arroz
cortados y abandonados
¡Fertilizantes!

Día de calma gracia,
El monte Fuji velado
En tenue llovizna.

Torpe ya el ojo
del Halcón al ocaso
Gorjean las codornices.

En el dia de año nuevo
tan solo
como un atardecer de otoño.

Pa ra el hombre que se dice
cansado de su hijo
no hay flores.

Cansado y maltrecho
buscando posada
¡Glisinas en flor!.

Mariposas que nunca serán
llevados por el viento otoñal
los tristes gusanos de la mostaza.

A la luz de la luna
había flores
y solo era un campo de algodon.

Un cuco llama
y entre los densos bambúes
veo la luna.

Observando los botes de pesca con cormoranes
en un tiempo
me llene de aflicción.

En la nasa del pulpo
un efimero sueño
bajo la luna estival.

El mar, bravío
y hasta la isla de Sado
El rio del cielo.

La dulce noche primaveral
contemplando los cerezos en flor
ha llegado a su fin.

Sueño a caballo,
la luna lejana en un sueño persevera,
vapor del té en ebullición.

Zashiki del verano.
Hacer un movimiento y entran
la montaña y el jardín.

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